Ilustración que ejemplifica la Cuenca del Valle de México, los diferentes componentes del subsuelo, líneas que indican el nivel de subsidencia y las direcciones de los flujos de recarga del acuífero al 2020
Flujo de agua en la Ciudad de México en 2020. Antes de décadas de intensa extracción de agua subterránea, el agua fluía hacia arriba, de forma artesiana, hacia el acuífero a través del sótano y la roca volcánica. Para 2020, el agua subterránea se redujo a un nivel potenciométrico mayormente más profundo que la base de los sedimentos aluviales cuaternarios (Qal) y del acuitardo superior. Este descenso ha provocado hundimientos, fracturas superficiales y un flujo descendente de agua contaminada hacia el acuífero. Crédito: Chaussard et al., 2021, https://doi.org/10.1029/2020JB020648
Source: Journal of Geophysical Research: Solid Earth

This is an authorized translation of an Eos article. Esta es una traducción al español autorizada de un artículo de Eos.

El suelo en la Ciudad de México se está hundiendo a un ritmo de casi 50 centímetros (20 pulgadas) por año, y no se detendrá en el corto plazo, ni se recuperará, dicen Chaussard et al. en un nuevo estudio.

Combinando 115 años de mediciones terrestres y 24 años de mediciones espaciales, el equipo de científicos estadounidenses y mexicanos ha llegado a la conclusión de que amplias franjas de tierra debajo de la ciudad se están compactando de manera constante después de un drenado del agua continuo por un largo tiempo. El suelo se continuará compactando durante unos 150 años, pronosticaron, sumando hasta 30 metros a lo que ya son varios metros de hundimiento durante el siglo XX.

A diferencia del hundimiento visto en muchas otras ciudades del mundo, el hundimiento de la Ciudad de México no parece reflejar las tasas de bombeo de agua subterránea local, como se esperaría. En cambio, refleja la constante compactación del antiguo lecho del lago sobre el que se construyó la ciudad.

Ese lecho alguna vez fue del lago Texcoco, hogar de la ciudad azteca de Tenochtitlán. A medida que la extracción de agua hizo que las aguas subterráneas fueran más profundas, el lecho del lago, salado y rico en arcilla, de 100 metros de espesor quedó seco. Desde entonces, sus granos minerales muy finos se han vuelto a empaquetar cada vez más compactos, lo que hace que el suelo se encoja y se hunda.

Ese tipo de compactación es irreversible, informan los investigadores, y es responsable de la aparición de importantes fracturas que dañan edificios, sitios históricos, alcantarillas y líneas de gas y agua en la ciudad. Las fracturas también están abriendo el suelo a aguas superficiales contaminadas, lo que podría dificultar aún más el acceso al agua potable en la ciudad.

“El escenario está listo para una doble crisis de agua y hundimiento si no se implementan acciones drásticas de gestión del agua”, escriben los investigadores. (Journal of Geophysical Research: Solid Earth, https://doi.org/10.1029/2020JB020648, 2021)

—Larry O’Hanlon (@earth2larryo), Escritor de ciencia

This translation by Emanuel Ibarra Calzadilla (@emanuel_cz) was made possible by a partnership with Planeteando. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando.

Text © 2021. AGU. CC BY-NC-ND 3.0
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