Un campo de cultivo con un antiguo molino de viento en primer plano y docenas de modernos molinos de viento alejándose en la distancia.
La energía limpia se ha desarrollado más rápido de lo que los expertos se imaginaban hace décadas, pero que se imponga con la suficiente rapidez depende en gran parte de lo bien que se ejecuten las leyes climáticas recientes y de la extensión de su aplicación. Crédito: Matthew T Rader/Wikimedia, CC BY-SA 4.0

This is an authorized translation of an Eos article. Esta es una traducción al español autorizada de un artículo de Eos.

Hace décadas, entre los principales impedimentos para abordar el cambio climático se incluían la polarización política y el coste elevado de una tecnología verde relativamente poco eficiente.

En la actualidad, energía limpia y eficaz está disponible a precios razonables en muchos lugares, hasta el punto de que las empresas de combustibles fósiles se están convirtiendo en pasivos de inversión, según el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero. El negacionismo climático también se ha atenuado, por lo que factores como la acogida por parte de los consumidores y la burocracia engorrosa figuran entre los problemas más apremiantes, según el economista medioambiental Matt Burgess, de la Universidad de Colorado Boulder, autor principal de una reciente publicación en la que se destacan estos factores.

Debido a la disponibilidad de energías limpias asequibles, Estados Unidos se ha acercado a un momento decisivo en el que leyes como la Ley de Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act) podrían reducir drásticamente las emisiones o fracasar penosamente, dependiendo de cómo se apliquen. Los obstáculos que Burgess y sus colegas describen en su artículo en la revista Nature Climate Change se encuentran entre aquellos que los científicos del clima afirman están impidiendo que Estados Unidos aproveche al máximo los beneficios de la reciente legislación.

Burocracia

La casa de Jacquelyn Gill fue diseñada para el frío estado de Maine de antaño. Sin embargo, el cambio climático ha hecho que los días húmedos con temperatura de 32 °C (90 °F) se vuelvan más comunes en el Noreste de los Estados Unidos. De este modo, las sofocantes temperaturas han convertido el bungalow de Gill en un entorno perjudicial.

La Ley de Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act) puso a disposición créditos fiscales del 30% para sistemas de calefacción y refrigeración energéticamente eficientes llamados bombas de calor, además de financiación adicional que los estados pueden distribuir en forma de bonificaciones. Gill y su marido vieron una posible solución para su casa sobrecalentada. La instalación de una bomba de calor puede costar entre 4,000 y 20,000 dólares, pero con la financiación adicional, este sistema “se sentía más dentro de un rango alcanzable”, dijo Gill, paleoecóloga y biogeógrafa de la Universidad de Maine.

Pero 18 meses después de la aprobación de la Ley de Reducción de la Inflación, Gill aún no ha podido saber en qué medida le puede ayudar, principalmente porque el estado aún está estudiando cómo acceder y distribuir el dinero disponible. Gill pudo instalar una bomba de calor gracias a una subvención de un programa de eficiencia energética estatal, pero cuando se trata del programa federal, “todo el sistema me resulta tan complejo”, dijo.

“O nos volvemos muy inteligentes con respecto a las particularidades de la política y a los detalles de la red eléctrica, además de hacerlo rápidamente, o necesitamos que nuestros líderes lo simplifiquen todo”.

Los créditos fiscales del 30% ya están disponibles, según Afton Vigueel, el responsable de comunicación de la Oficina de Energía del Gobernador de Maine. Pero el estado aún está tramitando la solicitud de los fondos que pueden utilizarse para las bonificaciones. Vigue espera que las bonificaciones estén disponibles más tarde este año.

Problemas administrativos como el de Gill solían ser la letra pequeña en la lucha para afrontar el cambio climático. Burgess y sus colegas sostienen que crear procesos sin trabas para los consumidores impulsaría la adopción de políticas e iniciativas climáticas.

Sin ese tipo de liderazgo, los consumidores se ven obligados a dedicar mucho tiempo a averiguar cómo acceder y utilizar la tecnología de eficiencia energética disponible, dijo Gill. “O nos volvemos muy inteligentes con respecto a las particularidades de la política y a los detalles de la red eléctrica, además de hacerlo rápidamente, o necesitamos que nuestros líderes lo simplifiquen todo”.

Dar el salto

La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento climático es un elemento central de muchas políticas climáticas.

Afortunadamente, las energías limpias se han desarrollado mucho más rápido de lo que nadie creía posible hace 20 o 30 años, afirma el científico climático David Schimel, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, cuyos comentarios reflejan su propia opinión y no la de la empresa para la que trabaja. Por ejemplo, el coste de la energía solar cayó a menos de una cuarta parte del precio original entre 2010 y 2017. Los vehículos eléctricos también han entrado en el mercado más rápido de lo esperado.

“Hay muchas razones para creer que las soluciones técnicas a algunos de los factores verdaderamente inestimables de la descarbonización están a nuestro alcance”.

Ahora, “Hay muchas razones para creer que las soluciones técnicas a algunos de los factores verdaderamente inestimables de la descarbonización están a nuestro alcance”, afirmó Schimel.

La Ley de Reducción de la Inflación tiene como objetivo impulsar la adopción de tecnologías verdes. Por ejemplo, incluye financiamiento para electrificar autobuses, camiones de la basura y vehículos de correos, y también para llevar opciones de energía limpia a las zonas rurales del país.

Otro reto clave en la transición energética es reforzar la red eléctrica para incorporar la energía limpia de forma generalizada en la industria. A menos que Estados Unidos duplique con creces el ritmo al que aumenta la capacidad de la red, puede que nunca se alcance todo el potencial de la Ley de Reducción de la Inflación para reducir las emisiones, escribieron Burgess y sus colegas.

Los engorrosos procesos de concesión de licencias, a veces pensados para la protección de zonas sensibles desde el punto de vista medioambiental o de comunidades marginadas, suelen retrasar los proyectos de transmisión de energía. Los proyectos federales de transmisión eléctrica, por ejemplo, suelen pasar entre 6 y 8 años en la fase de obtención de licencias, según Burgess y sus colegas. Del mismo modo, el parque eólico marino South Fork de Nueva York -el primer parque eólico a escala comercial del país- comenzó el proceso de obtención de permisos en 2018 y apenas suministró energía a los consumidores por primera vez a finales de 2023.

Burgess dice que espera que los legisladores y las partes interesadas puedan encontrar un equilibrio que respete “tanto la importancia de hacia dónde intentamos ir, como la bondad y la fragilidad de la sociedad y la democracia que tenemos”.

Iniciativas comunitarias

Muchos sectores interesados tienen opiniones muy firmes sobre qué fuentes de energía -como la nuclear y la eólica- son aceptables para sus comunidades, “y sus preferencias son bastante rígidas”, afirma Neha Patankar, modeladora energética de la Universidad Estatal de Nueva York en Binghamton.

Eso no es necesariamente un problema, porque hay muchas rutas hacia un futuro sostenible, dijo Patankar. El problema surge cuando las comunidades tienen problemas para visualizar caminos alternativos que podrían seguir para alcanzar sus objetivos de energía limpia.

Para remediarlo, Patankar y sus colegas están desarrollando una herramienta llamada Community Energy Compass (Brújula de la energía comunitaria), que ayudará a las jurisdicciones (empezando por las del estado de Nueva York) a visualizar cómo pueden mejorar su huella de carbono y cómo sus decisiones afectan a la región en su sentido más amplio.

Las iniciativas a nivel comunitario son un buen punto de partida para la acción climática, afirma el científico atmosférico Marshall Shepherd, de la Universidad de Georgia. Además, iniciativas de mayor envergadura, como la Ley de Reducción de la Inflación, suponen un cambio sustancial a la hora de hacer factible la acción por el clima, pero afirmó que le encantaría que Estados Unidos dedicara al clima el mismo nivel de atención, financiación e investigación que dedicó al desarrollo de las vacunas contra el COVID-19.

En última instancia, dijo, “necesitamos grandes proyectos como el Proyecto Manhattan, el Canal de Panamá o el Programa Apolo. Y eso no lo estamos consiguiendo”.

—Saima May Sidik (@saimamaysidik), Escritora de ciencia

This translation by Sonia Aldana Martínez (@SonyyyAM) was made possible by a partnership with Planeteando y GeoLatinas. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando y GeoLatinas.

Text © 2024. The authors. CC BY-NC-ND 3.0
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