Una foto desenfocada de personas con trajes naranjas trabajando junto a vegetación en llamas.
Bomberos llevan a cabo la práctica de quema cultural en Nueva Gales del Sur, Australia. Crédito: Jamie Kidson

This is an authorized translation of an Eos article. Esta es una traducción al español autorizada de un artículo de Eos.

Por al menos 11,000 años, y probablemente mucho más, los indígenas australianos deliberadamente quemaron el sotobosque, disminuyendo el riesgo de incendios catastróficos. La llegada de los Europeos a finales del siglo XVIII culminó con esa práctica ancestral, y como resultado, los bosques son ahora propicios a los “mega-incendios”, según afirma una nueva investigación.

“Estos incendios de alta intensidad no existían en la época de la ocupación indígena de Australia, pero se convirtieron en algo habitual después”.

El estudio, dirigido por Michela Mariani de la University of Nottingham y publicado en Science, buscó entender por qué en los incendios del “Verano Negro” de 2019-2020; en las que más de 24 millones de hectáreas de bosques australianos que se quemaron, fueron tan devastadores.

“Hay evidencia de que estos incendios de alta intensidad no existían en la época de la ocupación indígena de Australia, pero se convirtieron en algo habitual después” dijo Mariani.

Valores intrínsecos

El equipo analizó muestras de lechos lacustres y humedales del sureste de Australia. Estos núcleos contenían granos de polen y pruebas de un clima cambiante a lo largo de un periodo de 130,000 años.

Al analizar el polen, el equipo se centró en las especies arbustivas que forman el sotobosque. Estas plantas proporcionan una “escalera” de combustible que permite a los incendios ascender a las copas de los árboles. Se trata de un método relativamente nuevo, explica Haidee Cadd, co-autora del estudio de la University of Wollongong.

“Muchas especies de arbustos australianos no conservan tan bien el polen en los registros”, dijo. “A menudo se ha pasado por alto, y hemos omitido esa conexión que existe entre la capa de arbustos y el alto peligro de incendios”.

El equipo descubrió que, durante decenas de miles de años, la densidad de los arbustos fluctuó en respuesta al clima.

“Está claro que no es sólo el clima lo que impulsa esos cambios.”

Luego, hace unos 6,000 años, se produjo un desacoplamiento. Tras un pico de humedad, el clima volvió a ser seco y estable, pero la vegetación no recuperó su nivel anterior. En cambio, durante el resto de la época del Holoceno, la cubierta de arbustos disminuyó de forma constante.

“Está claro que no es sólo el clima lo que impulsa esos cambios”, dijo Mariani. Fue en esta época cuando aumentó la ocupación humana de la zona.

Las muestras también contenían restos de carbón de antiguos incendios forestales. La abundancia de estas piezas disminuyó después de hace 6,000 años, lo que sugiere que los incendios durante este periodo fueron de menor intensidad.

Los resultados indican una quema sostenida y deliberada por parte de los humanos que vivían en la zona, dijo Cadd. “Es una de las primeras veces que hemos podido demostrar con datos empíricos que los indígenas australianos eran capaces de gestionar incendios a gran escala”.

Impacto mortal

El pirogeógrafo David Bowman, de la University of Tasmania, un co-autor del estudio, calificó el análisis del combustible de escalera como “una idea realmente seminal”. Los hallazgos ponen la colonización en el punto de mira, dijo. “¿Qué ocurrió cuando arruinamos un sistema sostenible de gestión de incendios hace 250 años?”.

La investigación se basa en un estudio de 2022, también dirigido por Mariani, que mostraba cómo la densidad de arbustos se disparó durante el periodo poscolonial.

Tras la llegada de los europeos, se talaron grandes extensiones de bosque para cultivar tierras. Por miedo al fuego, los colonos lo suprimieron activamente. Esta es la razón por la que los bosques australianos son ahora polvorines a punto de arder, afirman Mariana y su colega.

Arbustos que crecen bajo árboles altos.
La maleza puede prenderse y actuar como una escalera, llevando el fuego más arriba, hacia los árboles. Crédito: Haidee Cadd

El ecologista David Lindenmayer, de la Universidad Nacional Australiana, que no participó en el estudio, dijo que aunque las pruebas del equipo eran “convincentes… creo que el mecanismo del que hablan es erróneo”.

En lugar de la supresión de incendios, contrarió Lindenmayer, podría haber sido el desbroce y las perturbaciones forestales poscoloniales lo que promovió el crecimiento de arbustos inflamables, un fenómeno al que él denomina “inflamabilidad estimulada por las perturbaciones”.

También afirmó que la quema cultural aborigen probablemente no estaba tan extendida en el sureste de Australia como sugiere la investigación. Los aborígenes quemaban el sotobosque para favorecer el crecimiento de las plantas y despejar los caminos. “Todos esos tipos de incendios tienen en realidad una extensión muy limitada”, dijo, y añadió que “había zonas considerables que no se quemaban”.

Una historia global

El estudio adoptó “un buen enfoque para identificar cómo los regímenes indígenas de quema han dado forma a las comunidades de vegetación en todo el mundo”, afirmó Don Hankins, investigador de incendios de los Miwok de las Llanuras en la California State University Chico, que trabaja con grupos indígenas tanto en Norteamérica como en el norte de Australia.

Kira Hoffman, ecologista especializada en incendios de la Universidad de la Columbia Británica , afirma que “no le sorprenden” las conclusiones del estudio porque reflejan la experiencia norteamericana. “Nuestra sociedad tiene un profundo miedo al fuego”, dijo, “porque hemos tenido mucho éxito con las campañas del Smokey Bear y diciéndoles a los niños que el fuego es peligroso”.

Las grandes cargas de combustible en los bosques de la Columbia Británica han provocado incendios catastróficos. Ni Hoffman ni Hankins participaron en el estudio australiano.

Mariani y sus colegas abogan por un retorno “a gran escala” de las técnicas tradicionales de quema. El geoquímico Michael Bird, de la Universidad James Cook, coincidió en que las conclusiones sugieren la necesidad de reimplantar la gestión tradicional de los incendios, aunque advirtió que eso “requiere un cambio significativo en la estructura de la vegetación que probablemente tarde en establecerse”. Bird no participó en el estudio.

Lindenmayer se mostró “muy preocupado” por la idea de promover la vuelta a la quema cultural sin comprender plenamente sus complejidades. Muchas especies animales dependen del sotobosque para sobrevivir. “Creo que debemos tener bastante cuidado con las recetas simples que podrían ser erróneas en algunas de estas zonas realmente importantes”.

—Bill Morris, Escritor de ciencia

This translation by Yosmely Bermúdez (@yostenea) was made possible by a partnership with Planeteando and GeoLatinas. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando and GeoLatinas.

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