This is an authorized translation of an Eos article. Esta es una traducción al español autorizada de un artículo de Eos.
Advertencia de contenido: Este artículo discute sobre el suicidio y los factores potenciales de riesgo del suicidio.
El ayudar a las personas a lidiar con el estrés provocado por una relación es una práctica común para Megan Irving, una terapeuta en salud mental de Oregón, EE.UU. Sin embargo, Irving y profesionales de la salud mental como ella cada vez atiendend a más clientes que sufren una forma de estrés completamente diferente y quizás más generalizada: un malestar provocado por los efectos de nuestro cambiante clima.
Un número cada vez mayor de trabajos de investigación relaciona los impactos del cambio climático con resultados adversos a la salud mental, tales como la depresión, la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y el abuso de sustancias. Pero los individuos y las comunidades pueden tomar medidas para reforzar su resiliencia emocional a los factores estresantes relacionados con el clima, han sugerido los investigadores.
Nuestra salud física puede sufrir de diversas maneras los efectos del cambio climático. Los más evidentes son los casos de mortalidad. En julio de 2018, una ola de calor sin precedentes en Japón mató a más mil de personas; los investigadores demostraron posteriormente que el evento no podría no ocurrido sin el cambio climático [Imada et al., 2019]. Y un sinfín de problemas de salud no letales pueden empeorar a causa del cambio climático. Por ejemplo, los problemas respiratorios se han relacionado con los incendios forestales, cuya gravedad y prevalencia están aumentando con el cambio climático, concluyó un informe [Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 2022].
Pero más allá de las enfermedades físicas provocadas o exacerbadas por el cambio climático, existe la posibilidad de una serie de problemas de salud mental, dijo Christie Manning, una psicóloga ambiental del Colegio Macalester de Saint Paul, Minnesota. Tiene sentido que el cambio climático afecte cómo nos sentimos, dijo Manning, coautora del informe “Mental Health and Our Changing Climate“ publicado por la Asociación Estadounidense de Psicología, Clima para la Salud y EcoAmerica. Sus efectos nocivos parecen dominar las noticias, y el problema a menudo parece intratable y fuera de nuestro control, dijo. “Las cosas individuales que podemos hacer se sienten tan inconmensurables con respecto al problema”.
El Trauma de eventos de inicio repentino
Cuando se tiene que evaluar cómo nuestro funcionamiento mental se ve afectado por el cambio climático, Manning y otros expertos en salud mental tienden a encontrar patrones consistentes. “Es bastante estándar en estos días pensar acerca de los impactos en la salud mental en tres categorías generales”, dijo Manning.
La primera categoría es provocada por eventos agudos como las tormentas devastadoras, los incendios forestales y las inundaciones. Los eventos de inicio repentino pueden causar trauma, que se manifiesta frecuentemente como TEPT y se ha relacionado con la ansiedad, trastorno depresivo mayor y el abuso de sustancias, afirmó Manning. En 2006, los investigadores encuestaron a más de 400 estudiantes de colegios comunitarios que vivían en la región circundante de Nueva Orleans. Todos los participantes del estudio habían sido afectados por el huracán Katrina el año anterior, y más de la mitad de ellos vivían en el Noveno Distrito, un área que sufrió una de las peores destrucciones a causa de la tormenta. Los investigadores encontraron que casi la mitad cumplió con los criterios de diagnóstico para el TEPT [Lowe et al., 2013].
Después de una serie de destructivos incendios forestales que infestaron California en octubre de 2017, los residentes que vivían en los condados afectados reportaron sentimientos de trauma y culpa, además de ansiedad, depresión y solastalgia (definida como melancolía relacionada con un ambiente hogareño que ha sido alterado) según una encuesta de más de 2,200 hogares. Y ese sufrimiento persistió con el tiempo, el equipo investigador encontró; los encuestados reportaron sentimientos similares tanto inmediatamente después de los incendios como varios meses después. “Necesitamos que las personas entiendan que esto no se ha “terminado” para nosotros”, un encuestado escribió. Los investigadores, liderados por Mitchell Snyder de la Universidad de California, Davis, reportaron sus resultados en la reunión de otoño de la AGU en 2022.
Los desastres naturales, incluyendo las inundaciones y los huracanes, han tenido también vínculo con el aumento de las tasas de suicidio. Jennifer Horney, epidemióloga de la Universidad de Delaware en Newark, y sus colegas demostraron que en los condados de EE. UU. que han experimentado un desastre natural, las tasas de suicidio aumentaron un 23% en los primeros tres años posteriores al desastre en comparación con los tres años anteriores del desastre [Horney, 2020]. El equipo reportó sus resultados en 2020 en la revista Crisis.
A medida que el clima continúa cambiando, se pronostica que aumentará la frecuencia e intensidad de los eventos agudos tales como incendios forestales y huracanes. Los desastres compuestos (múltiples eventos destructivos, tales como un deslizamiento de tierra seguido de un incendio) también son más probables con el cambio climático, de acuerdo a una reciente investigación. “El cambio climático está creciendo en sus manifestaciones físicas”, dijo Manning. Y eso quiere decir que más personas serán expuestas a eventos potencialmente traumáticos, añadió. “Se está haciendo cada vez más difícil no experimentar el cambio climático”.
Condiciones crónicas

Los eventos que evolucionan más lentamente (y son de naturaleza casi crónica) son responsables de la segunda categoría de impactos. Los cambios graduales en nuestro ambiente vinculado al cambio climático incluyen sequías prolongadas, desertificación y olas de calor persistentes. Los cambios en temperatura y en los patrones del clima pueden desencadenar una sensación de incertidumbre, dijo Manning. “Hace que las personas cuestionen lo que está sucediendo”. Particularmente para aquellas personas que tienen una relación cercana con la tierra (cuyas identidades, culturas o medios de vida dependen de la previsibilidad ambiental), esa incertidumbre puede convertirse en sentimientos de desesperanza y desesperación, alguna veces con resultados trágicos.
Azar Abadi, epidemióloga climática de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Alabama en Birminghan, y sus colegas recientemente estudiaron la asociación entre la exposición a la sequía y el riesgo de suicidio en los Estados Unidos. Encontraron que las condiciones de sequía, estimadas con datos de 2000 a 2018 del Índice de Sequía por Demanda Evaporativa de la NOAA, se correlacionaron con altas tasas de suicidio con armas de fuego, particularmente entre poblaciones no urbanas. “Encontramos que las comunidades rurales son más susceptibles”, dijo Abadi, quien compartió los hallazgos de su equipo en la reunión de otoño de la AGU en 2022. Estos hallazgos son particularmente preocupantes, dijo Abadi, debido a que algunos grupos de habitantes rurales ya están sobrerrepresentados en los casos de suicidio en comparación con la población general.
Los investigadores también han pronosticado que la tasa de suicidio en los Estados Unidos aumentarán en general a medida que la temperatura aumente. Un equipo liderado por Anna Belova, economista de la consultora ICF, consideró diferentes modelos climáticos globales y escenarios correspondientes de calentamientos entre 1 a 6°C. Demostraron que hasta cerca de 1,600 suicidios adicionales podrían ocurrir cada año debido al cambio climático [Belova et al., 2022]. Los investigadores reportaron sus resultados en GeoHealth.
El suicidio es una manifestación trágica de angustia mental, y es importante entender sus causas, dijo Abadi. Sin embargo, indicó, el cambio climático y la salud mental son temas controvertidos y puede ser difícil involucrar a las personas en esas discusiones. “Cuando estos dos temas se combinan, no es una conversación fácil”. Pero es crítico reconocer la angustia mental, dijo Abadi. “Cuando hablamos acerca del bienestar, es una combinación de la salud física y mental”.
Ansiedad climática
La tercera categoría de repercusiones en la salud mental inducidas por el cambio climático se caracteriza como una preocupación una persistente e inquebrantable, inquietud o ira. Estos sentimientos, a veces denominados colectivamente como ansiedad climática, son producidos al darse cuenta que el medioambiente está, quizás indeleblemente, cambiando. Según Manning, una persona no necesita tener una experiencia personal traumática para verse afectada. Por el contrario, la preocupación, inquietud o ira puede estar “relacionadas a una inquietud de lo que va a ocurrir y lo que ya hemos perdido”, afirmó.
Las personas siguen ansiosas, deprimidas y enfadadas por lo que ven avanzar.
De las tres categorías de efectos sobre la salud mental inducidas por el cambio climático, la ansiedad climática es la que más comúnmente aflige a los clientes de Irving. Quizás puede deberse a que la gente está más consciente del cambio climático y sus efectos perjudiciales de lo que estaba hace una década, dijo Irving, quién atiende clientes de Portland y Rockaway Beach, Oregón. La ansiedad climática parece ser dominante: una encuesta realizada en 2019 en nombre de la Asociación Americana de Psicología reveló que más de dos tercios de los estadounidenses la padecen [American Psychological Association, 2020]. La inquietud e incertidumbre son respuestas naturales a la creciente concientización del cambio climático, incluso si la identidad cultural o estilo de vida de una persona no están íntimamente ligados al medioambiente, afirma Irving. “Las personas siguen ansiosas, deprimidas y enfadadas por lo que ven avanzar”.
Enfadados, desconcertados y aterrorizados

Las respuestas de las generaciones más jóvenes al cambio climático suelen estar marcadas por una especie de furia, según Irving: “Los jóvenes están enfadados, desconcertados y aterrorizados de que no se estén tomando acciones mayores”. Las emociones tales como la rabia, la vergüenza, la tristeza y la desesperación son más evidentes en las protestas lideradas por la juventud contra el cambio climático. Muchos jóvenes sienten que están siendo forzados a crecer en un mundo en el que los efectos del cambio climático ya han sido puestos en marcha por las generaciones anteriores: una encuesta reciente realizada a 10,000 personas entre 16 y 25 años (es decir, individuos que pertenecen en mayor parte a la Generación Z) reveló que más del 80% cree que la gente no ha sabido cuidar el planeta [Hickman et al., 2021].
La generación de Irving precede a la generación Z, pero pensar acerca del cambio climático y sus efectos desencadenó en ella emociones similares, dijo. “Empecé a sentirme ansiosa”, afirmó. “Empecé a sentirme deprimida”.
Aproximadamente una década atrás, Irving comenzó a buscar recursos para mejorar su propia salud mental. Cuidar de uno mismo, “ hacer el trabajo”, Irving le llamó, es particularmente importante para las personas que trabajan en las primeras líneas de la salud mental: son aquellos individuos los que se espera que sean fuertes para los demás y que entreguen soluciones.
Mientras buscaba recursos que la ayudaran a procesar sus propios sentimientos relacionados con el cambio climático, Irving descubrió la Climate Psychology Alliance (Alianza de Psicología Climática), una organización dedicada a apoyar aquellas personas que experimentan angustia como consecuencia del cambio climático. Desde entonces, Irving ha participado en varios cafés climáticos de la Alianza, donde ocurren encuentros virtuales abiertos a cualquier persona preocupada por la crisis climática. Los eventos son moderados, pero funcionan en gran medida como foros abiertos para que los participantes discutan y hablen de sus preocupaciones y conozcan a personas con ideas afines.
El darse cuenta que otras personas estaban luchando con sentimientos similares fue catártico, indicó Irving. “Me alivió saber que no era la única que se sentía de esta manera”.
Cuando los lugares de origen cambian
Los impactos de la salud mental sobre la crisis climática no afectan a todo el mundo, ni impactan de la misma manera cuando lo hacen. Investigadores han encontrado que las comunidades que viven en cercanía a la tierra, en lugares donde las condiciones medioambientales están particularmente cambiando con rapidez, suelen correr más alto riesgo.
Una persona que lo sabe bien es Ashlee Cunsolo, una geógrafa de la salud del Campus de Labrador de la Universidad Memorial de Terranova en Canadá. Cunsolo ha trabajado con comunidades Inuit durante más de una década y ha documentado el “duelo ecológico” –término que acuñó con su colega Neville Ellis [Cunsolo and Ellis, 2018]— que describe cómo los miembros de la comunidad se sienten cuando sus lugares de origen cambian.
Los ciclos estacionales en Nunatsiavut, territorio autónomo de los Inuit en Labrador, están dictados en gran medida por el flujo y reflujo del hielo marino. Una gruesa capa de hielo significa condiciones seguras para viajar y cazar, pero en Labrador, como en muchas partes del Ártico, se está calentando. Es uno de los lugares de Canadá que más rápido se está calentando, dijo Cunsolo. “Labrador lleva décadas en la primera línea del cambio climático”. Como resultado de ese calentamiento, el hielo marino se está formando más tardíamente en el año y se retira antes de lo que solía hacerlo; tampoco está creciendo tan grueso como antes. En la actualidad, hay períodos más largos en los que no es seguro aventurase en el hielo.
La sensación de estar encerrado pesa en la salud mental de los Inuit, explicó Susan Saksagiak a Cunsolo, una residente de Nain, la mayor comunidad de Nunatsiavut. “Cuando las personas tienen que quedarse en casa cada vez más tiempo, es duro para la mente”.
En 2013, Cunsolo entrevistó a Saksagiak y otros 23 Inuit para Lament for the Land(El Lamento por la Tierra), un documental que ella creó en colaboración con cinco comunidades Inuit de Nunatsiavut (lamentfortheland.ca). Repetidamente, los miembros de la comunidad compartieron con Cunsolo sus sentimientos de perder su sentido de identidad, lo cual afectaba negativamente a su salud mental, a medida que su tierra natal cambiaba ante sus ojos. “Pierdes control de una parte de tu vida”, dijo Derrick Pottle a Cunsolo, un residente de Rigolet, de la comunidad más austral de Nunatsiavut.
Pero hace unos años atrás, los miembros de la comunidad se reunieron para pelear en de contra las pérdidas ellos estaban experimentando: comenzaron a desarrollar programas diseñados para mejorar la salud mental de sus jóvenes y reforzar la resiliencia de toda su comunidad. El trabajo inicialmente fue motivado por una tragedia: en un año, siete jóvenes de Nain se suicidaron. Además de proporcionar un entorno de apoyo para la juventud Iniut, los miembros de la comunidad también buscaron más oportunidades para establecer vínculos culturales significativos y entablar un diálogo intergeneracional.
Uno de los programas, Going Off, Growing Strong invitaba a que los jóvenes Inuit participaran en actividades como la preparación de comidas tradicionales, la reparación de motos de nieve y actividades de arte y manualidades con la gente mayor.
“Cuando hay algo tan atemorizante como el cambio climático, una de las mejores formas de sobrellevarlo es encontrar una comunidad”.
“Todas estas cosas hacen que la gente se sienta conectada con su cultura, sus ancestros, su familia y su comunidad”, afirmó Cunsolo. La sensación de conectividad- es decir, de apoyo social- ha sido vinculada con niveles más bajos de angustia psicológica, según una investigación [Banks and Weems, 2014].
“Necesitamos una comunidad”, dijo Irving. “Cuando hay algo tan atemorizante como el cambio climático, una de las mejores formas de sobrellevarlo es encontrar una comunidad”.
Los programas desarrollados por los habitantes en Nunatsiavut son un ejemplo de resultados positivos de algo que Cunsolo denomina “esperanza aguerrida”. Algunas veces la esperanza en su encarnación más desnuda puede ser una excusa para la inacción, dijo Cunsolo, pero no es el caso de la esperanza aguerrida. “Es la esperanza que nace del dolor y moviliza a la acción”. Según Cunsolo, la esperanza aguerrida consiste en tener la mentalidad de no detenerse en lo que ya se ha perdido y estar preparado para evitar futuras pérdidas. “Podemos luchar en cuerpo y alma para asegurarnos de que no se pierda más”.
Cunsolo practica su propia forma de esperanza aguerrida. Es lo que la hace seguir adelante, dice, cuando su trabajo la obliga a ver a las personas sufrir mientras sus tierras ancestrales y sus formas de vida cambian irrevocablemente. “Es como estar rodeada del dolor del mundo todo el tiempo”, afirma. “Es una carga muy pesada de llevar”. Cunsolo aboga por las políticas que reconozcan el impacto humano, mental y emocional del cambio climático. Divulgar cómo nos afecta el cambio climático de tantas maneras diferentes y conectar con las personas es lo que le da sentido a su trabajo, afirma.
Tomándose el tiempo para el autocuidado
El autocuidado mental frente al cambio climático pareciera ser diferente a cada persona.
Josh Edelson, fotoperiodista independiente que radica en Novato, California, fotografía regularmente los incendios forestales del Estado Dorado. Puede pasar días enteros en medio de las llamas, viviendo en su auto y esquivando árboles caídos que se están quemando por dentro, mientras toma imágenes para Associated Press y Los Angeles Times, entre otras agencias de noticias.
Hace aproximadamente 10 años que lleva documentando incendios forestales, por lo que ha visto el cambio. “Los incendios están siendo cada vez más grandes e intensos”, afirmó Edelson.
Y desde que en 2015 el Incendio del Valle destruyera Middletown, un pequeño pueblo del norte de California cerca de Santa Rosa, las llamas son más propensas a arrasar zonas habitadas, según ha observado. “Casi todos los años a partir de entonces [ha habido] un incendio más grande con más daños y destrucción”. Esas conflagraciones dejan estelas de destrucción, tanto de estructuras como de vidas, de las que Edelson ha sido testigo directo.
“Vamos a la tienda, y miro a mi alrededor imaginando cómo se verían las cosas en un incendio”.
Después de que Edelson cubre un incendio, puede tomarle varios días en sentirse normal de nuevo. A veces, incluso en eventos cotidianos como hacer las compras de supermercado con su esposa puede desencadenar recuerdos del incendio. “Vamos a la tienda, y miro a mi alrededor imaginando cómo se verían las cosas en un incendio”, afirmó. “Todavía hace eco en tu mente”.
Edelson encuentra útil procesar sus experiencias con otras personas que entienden por lo que él ha pasado. “Tengo un grupo de apoyo de otros fotógrafos que cubren incendios”, dijo. “Hablamos mucho entre nosotros, y es increíblemente terapéutico”.
Buscar el apoyo de los demás es una estrategia probada en combatir los problemas con la salud mental, incluyendo aquellos que son gatillados por el cambio climático. Es terapéutico ser comprendido y validado, y las comunidades pueden adoptar de varios formas, desde individuos unidos por una experiencia compartida hasta extraños reunidos por un grupo de apoyo. Irving suele animar a sus clientes a buscar otras personas con quién puedan tener experiencias similares. “Tengo una lista de grupos de apoyo que sigue creciendo”, afirmó.
Más allá de aumentar la cohesión social, las personas pueden aumentar su resiliencia a la angustia provocada por el cambio climático de otras maneras. Una técnica es desarrollar una práctica—también conocida como hábito o rutina—que te entrega fuerza, dijo Manning. Esto podría ser una mediación, concientización o la participación en una comunidad basada en la fe. O podría ser una terapia, agregó. La Alianza de Psicología Climática mantiene un directorio de más de 100 proveedores de servicios de salud mental de Estados Unidos, Canadá, y, el Reino Unido quiénes están comprometidos con las necesidades de la salud mental relacionadas con el cambio climático.
Las personas también pueden ayudarse a sí mismos y a los demás a través del aprendizaje y práctica de los principios de los primeros auxilios psicológicos. Esta estrategia intervencionista—diseñada para ayudar a las personas a sentirse seguras, tranquilas, empoderadas, conectadas y con esperanza tras una catástrofe, puede ayudar a reducir en las incidencias en los problemas de salud mental a largo plazo [Birkhead and Vermeulen, 2018].
Además, prepararse para el futuro puede ayudar a las personas a afrontar el estrés relacionado con el cambio climático, añadió Manning. La reconfiguración de un hogar para hacer más resistente del tiempo y a los catástrofes—levantándose sobre los pilotes para evitar inundaciones, por ejemplo—puede ser beneficioso para la salud mental.
Pero incluso las medidas relativamente simples (y menos costosas) también pueden ayudar. Reunir una caja de suministros de emergencia con alimentos y artículos de primeros auxilios puede hacer que las personas se sientan más preparadas y capaces en enfrentar un futuro incierto, afirmó. “Las personas que hacen este tipo de trabajo de preparación se sienten mejor y les va mejor”.
Participar en un ambiente laboral positivo que marque la diferencia es otro método probado para reforzar la resiliencia relacionada con el cambio climático. Cuando las personas ayudan a los demás, su propio bienestar aumenta. Eso se ha demostrado una y otra vez, en comunidades que van desde individuos afectados por huracanes [Spialek et al., 2019] hasta personas afectadas por inundaciones [Woodhall-Melnik and Grogan, 2019].
El cambio climático está alterando nuestras vidas de manera fundamental, y resulta desalentador pensar acerca de los cambios medioambientales y sociales que se producirán. Pero la resiliencia emocional a los efectos del cambio climático puede mejorarse, aunque con dedicación y esfuerzo.
Tal vez las conversaciones en torno a la salud, tanto física como mental, podrían ser clave para ayudar a las personas a enfrentarse honestamente al cambio climático, dijo Abadi. “Me he dado cuenta que cuando hablamos acerca de salud, las personas efectivamente nos escuchan”, afirmó. “La salud es la mejor vía de comunicación sobre el cambio climático”.
Referencias
American Psychological Association (2020), Majority of US adults believe climate change is most important issue today, www.apa.org/news/press/releases/2020/02/climate-change.html.
Banks, D. M., and C. F. Weems (2014), Family and peer social support and their links to psychological distress among hurricane-exposed minority youth, Am. J. Orthopsychiatry, 84(4), 341–352, https://doi.org/10.1037/ort0000006.
Belova, A., et al. (2022), Projecting the suicide burden of climate change in the United States, Geohealth, 6, e2021GH000580, https://doi.org/10.1029/2021GH000580.
Birkhead, G. S., and K. Vermeulen (2018), Sustainability of psychological first aid training for the disaster response workforce, Am. J. Public Health, 108, S381–S382l, https://doi.org/10.2105/AJPH.2018.304643.
Cunsolo, A., and N. R. Ellis (2018), Ecological grief as a mental health response to climate change-related loss, Nature Clim. Change, 8, 275–281, https://doi.org/10.1038/s41558-018-0092-2.
Hickman, C., et al. (2021), Climate anxiety in children and young people and their beliefs about government responses to climate change: A global survey, Lancet Planet. Health, 5(12), e863–e873, https://doi.org/10.1016/S2542-5196(21)00278-3.
Horney, J. A., et al. (2020), The impact of natural disasters on suicide in the United States, 2003–2015, Crisis, 42, 328–334, https://doi.org/10.1027/0227-5910/a000723.
Imada, Y., et al. (2019), The July 2018 high temperature event in Japan could not have happened without human-induced global warming, Sola, 15A, 8–12, https://doi.org/10.2151/sola.15A-002.
Lowe, S. R., E. E. Manove, and J. E. Rhodes (2013), Posttraumatic stress and posttraumatic growth among low-income mothers who survived Hurricane Katrina, J. Consult. Clin. Psychol., 81(5), 877–889, https://doi.org/10.1037/a0033252.
Spialek, M. L., J. B. Houston, and K. C. Worley (2019), Disaster communication, posttraumatic stress, and posttraumatic growth following Hurricane Matthew, J. Health Commun., 24(1), 65–74, https://doi.org/10.1080/10810730.2019.1574319.
United Nations Environment Programme (2022), Spreading like Wildfire: The Rising Threat of Extraordinary Landscape Fires, Nairobi, www.unep.org/resources/report/spreading-wildfire-rising-threat-extraordinary-landscape-fires.
Woodhall-Melnik, J., and C. Grogan (2019), Perceptions of mental health and wellbeing following residential displacement and damage from the 2018 St. John River flood, Int. J. Environ. Res. Public Health, 16(21), 4174, https://doi.org/10.3390/ijerph16214174.
Datos de autora
Katherine Kornei (@KatherineKornei), Escritora de ciencia
This translation by Daniela Navarro-Pérez (@DanJoNavarro) was made possible by a partnership with Planeteando. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando.