Dos personas se encuentran en un paisaje nevado, cerca de aguas heladas y glaciares, sosteniendo un poste negro que tiene aproximadamente el doble de su altura.
James A. Bradley y Laura Molares Moncayo recolectan muestras de microorganismos atmosféricos en la Antártida. Los investigadores combinarán los datos obtenidos de sus muestras con modelos teóricos para investigar si la atmósfera constituye un verdadero ecosistema microbiano que albergue microorganismos residentes, adaptados y en crecimiento. Crédito: James A. Bradley
Source: Journal of Geophysical Research: Biogeosciences

This is an authorized translation of an Eos article. Esta es una traducción al español autorizada de un artículo de Eos.

La atmósfera terrestre transporta diminutas formas de vida celular, tales como esporas de hongos, polen, bacterias y virus. En sus recorridos, estos microorganismos se enfrentan a condiciones desafiantes como bajas temperaturas, radiación ultravioleta y falta de disponibilidad de nutrientes. Investigaciones previas han demostrado que ciertos microorganismos pueden resistir estas condiciones extremas y, potencialmente, permanecer en estado de latencia hasta depositarse en un entorno más favorable. Pero ¿podría la misma atmósfera ser también el lugar de un sistema microbiano activo, que albergue microorganismos en crecimiento, adaptados y residentes?

El estudio de estas formas de vida flotantes se denomina aerobiología, pero avanzar en este campo resulta complicado: no existe un método estandarizado para muestrear el aeromicrobioma, es común que las muestras microbianas se contaminen, y resulta difícil reproducir las condiciones atmosféricas en un entorno de laboratorio.

Martinez-Rabert y colaboradores sugieren que la modelización computacional y los enfoques teóricos podrían contribuir a mejorar la comprensión del aeromicrobioma. A partir de la información conocida sobre el metabolismo y la bioenergética de la vida microbiana—especialmente en ambientes extremos—, así como de la química y la física de la atmósfera, los marcos de modelización especializados pueden proporcionar información sobre el aeromicrobioma.

Ese enfoque de modelado ascendente, proponen los investigadores, les permitiría comprobar cómo el cambio de elementos individuales de la atmósfera terrestre afectaría a la proliferación de la vida microbiana que contiene. Por ejemplo: ¿los microbios están mejor adaptados a un estilo de vida “libre” en los gases atmosféricos, dentro de gotas o adheridos a partículas sólidas? ¿Qué fuentes de energía están disponibles para estos microorganismos? ¿Cómo influye la acidez de los aerosoles atmosféricos en la capacidad de los microorganismos atmosféricos para prosperar?

El grupo sugiere que, combinados con datos obtenidos mediante muestreos, experimentos y observaciones, los modelos teóricos podrían ayudar a los investigadores a evaluar la capacidad de nuestra atmósfera para sostener una biosfera microbiana e, incluso, a comprender mejor cómo los microorganismos influyen en la composición química de la atmósfera. Este trabajo, señalan, también podría resultar útil en el futuro para modelar cómo podría existir la vida en otras atmósferas planetarias. (Journal of Geophysical Research: Biogeosciences, https://doi.org/10.1029/2025JG009071, 2025)

—Rebecca Owen (@beccapox.bsky.social), Escritora de ciencia

This translation by Saúl A. Villafañe-Barajas (@villafanne) was made possible by a partnership with Planeteando and Geolatinas. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando y Geolatinas.

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