Tres hombres con chaquetas amarillas y cascos están de pie junto a un árbol talado o caído. El aire a su alrededor es polvoriento, y uno de ellos levanta un terrón.
Las labores de limpieza, como las realizadas en el incendio Eaton por la Guardia Nacional del Ejército de California (que se ven aquí), pueden levantar partículas peligrosas de polvo y ceniza. Crédito: Especialista William Franco Espinosa, Guardia Nacional del Ejército de EE. UU./Flickr, CC BY 2.0

This is an authorized translation of an Eos article. Esta es una traducción al español autorizada de un artículo de Eos.

Gale Sinatra y su esposo huyeron de su casa en Altadena, California, el 7 de enero con poco más que sus maletas, llevándose solo uno de sus dos autos.

“Pensábamos que íbamos a estar fuera por esa noche”, dijo Sinatra. “Pensábamos que controlarían el incendio y que volveríamos a entrar”.

Cuando la pareja regresó, semanas después, fue para excavar entre los escombros de su antigua casa, quemada por el incendio de Eaton.

Aunque escaparon con vida, los riesgos para la salud no fueron la excepción para Sinatra, su esposo (quien prefirió no ser identificado para esta historia) y otros vecinos. Los incendios de Eaton y el cercano Palisades llenaron la cuenca de Los Ángeles con una neblina tóxica durante días, y las labores de limpieza amenazaron con levantar partículas carbonizadas mucho después de que los incendios se extinguieran.

Equipos de científicos de todo el país, junto con miembros de la comunidad, monitorearon la calidad del aire en las semanas posteriores al incendio, buscando aprender más sobre los riesgos asociados a la salud respiratoria e informar a la comunidad sobre cómo protegerse.

Incendios urbanos versus incendios forestales

Inhalar humo de cualquier incendio puede ser perjudicial. El humo contiene componentes peligrosos, como compuestos orgánicos volátiles (COV) emitidos por la quema de vegetación y productos tales como pintura y productos de limpieza; y material particulado, como polvo y hollín.

Aproximadamente el 90 % del material particulado (PM) presente en el humo de los incendios forestales son las PM2.5, o partículas de menos de 2.5 micrómetros de diámetro, lo suficientemente pequeñas como para penetrar en el torrente sanguíneo y en las zonas profundas de los pulmones.

Un vehículo blanco con portón trasero tiene un chasis metálico unido a la parte trasera. Tanto el chasis como el coche albergan instrumentos cuadrados conectados entre sí mediante cables.
Michael Kleeman utiliza estos instrumentos para monitorear la calidad del aire desde la parte trasera de un vehículo en Victory Park, Altadena, lo más al norte posible sin entrar en la zona de evacuación. Crédito: Michael Kleeman

Los incendios forestales urbanos presentan sus propios peligros, ya que no solo queman árboles y otra vegetación, sino también viviendas e infraestructura.

Cuando Sinatra regresó a su antiguo hogar, quedó impactada por todo lo que el fuego había quemado, desde sus joyas hasta su coche. “Se me hizo muy inquietante estar en la cocina y de repente decir: ¿Dónde está mi refrigerador?”, comentó. “¿Cómo derrites totalmente refrigerador?”

En enero de 2025, los incendios de Palisades y Eaton devastaron más de 150 kilómetros cuadrados en ciudades y zonas forestales del condado de Los Ángeles. A pesar de verse afectados personalmente, los científicos del área de Los Ángeles trabajaron diligentemente para comprender cómo los incendios en la interfaz entre lo urbano y lo forestal crean peligros únicos a través del aire, la tierra y el agua.

En el futuro, las condiciones cálidas y secas, agravadas por el cambio climático, seguirán aumentando el riesgo de incendios como estos. El trabajo de estos científicos puede proporcionar un modelo para la evaluación rápida de riesgos, la mitigación de riesgos para la salud y la planificación urbana en otras comunidades propensas a incendios”.

“Desde colchones hasta alfombras, pintura y aparatos electrónicos, todo se quema”, afirmó Roya Bahreini, científica ambiental de la Universidad de California, Riverside (UCR). Bahreini también es coinvestigadora principal de la Red de Medición de la Química y la Ciencia Atmosférica (ASCENT, por sus siglas en inglés), un proyecto de monitoreo de la calidad del aire a largo plazo liderado por el Instituto de Tecnología de Georgia, UCR, y la Universidad de California, Davis (UC Davis).

ASCENT, que se lanzó en 2021, cuenta con estaciones en todo el país, incluyendo tres en el sur de California. Durante los incendios de enero en Los Ángeles, que arrasaron no solo Altadena (una comunidad no incorporada del interior) sino también barrios costeros, estas estaciones detectaron niveles de plomo, cloro y bromo en órdenes de magnitud superiores a lo habitual.

Las casas antiguas a veces tienen pintura con plomo, techos de asbesto o terrazas y cercas de madera tratadas con conservantes que contienen arsénico. Las tuberías de PVC contienen cloro. Y los retardantes de llama a menudo contienen compuestos orgánicos bromados. En estas formas, estos materiales no necesariamente representan un alto riesgo para la salud humana. Sin embargo, al quemarse y liberarse al aire, pueden ser peligrosos.

Una imagen satelital de la costa de California del 9 de enero de 2025 muestra dos grandes columnas de humo procedentes de los incendios de Palisades y Eaton.
Las columnas de humo del incendio de Palisades (izquierda) y del incendio de Eaton se observan desde el espacio el 9 de enero. Crédito: ESA, contiene datos modificados de Copernicus Sentinel, CC BY-SA 3.0 IGO

Michael Kleeman, ingeniero civil y ambiental de la Universidad de California en Davis, explicó que la mortalidad a corto plazo asociada con eventos con altos niveles de PM2.5, como los incendios forestales, suele manifestarse en forma de un infarto cardíaco. Sin embargo, inhalar el humo de los incendios forestales urbanos o las partículas que se levantan del polvo y las cenizas durante las labores de remediación puede presentar riesgos que no son evidentes de inmediato. “No se trata de un infarto inmediato, al día siguiente o a los tres días de la exposición. Se trata de un riesgo de cáncer que aparece mucho más adelante”, señaló Kleeman. “[El riesgo a] la exposición a lago plazo puede tener un efecto insidioso”.

Mapas de calidad del aire

“[El riesgo a] la exposición a lago plazo puede tener un efecto insidioso”.

El sur de California no es ajeno a los incendios forestales (tampoco Sinatra, quien ha evacuado varias veces durante sus 15 años en Altadena). Las frecuentes sequías en la cuenca de Los Ángeles resultan en grandes extensiones de vegetación reseca. Los infames vientos de Santa Ana, que soplan en la cuenca desde el este y el noreste, pueden provocar que los incendios se descontrolen rápidamente, como ocurrió con los incendios de Palisades y Eaton.

Los mapas de calidad del aire en tiempo real, como los del Distrito de Gestión de la Calidad del Aire de la Costa Sur (AQMD, por sus siglas en inglés) y la EPA de EE. UU., se basan en diversas fuentes para proporcionar datos durante todo el año. Los datos más detallados provienen de sofisticados instrumentos instalados por las propias agencias; el AQMD de la Costa Sur alberga 32 estaciones permanentes de monitoreo del aire en los condados de Los Ángeles, Orange, Riverside y San Bernardino.

Datos menos detallados, pero más generalizados, sobre material particulado provienen de redes de herramientas de medición de la calidad del aire disponibles comercialmente, como los monitores PurpleAir y los sensores Clarity, instalados por residentes u organizaciones comunitarias.

Una camioneta blanca está estacionada junto a la acera, cerca de una casa incendiada. Se pueden ver una chimenea en pie, escombros y árboles quemados.
El Distrito de Gestión de la Calidad del Aire cuenta con instalaciones permanentes para monitorear la calidad del aire, pero tras los incendios forestales de Los Ángeles de enero de 2025, implementó iniciativas complementarias, recopilando datos de calidad del aire en tiempo real desde camionetas móviles de monitoreo. Crédito: South Coast AQMD.

“Resulta que las zonas donde se produjeron los incendios contaban con [una] red muy densa de estos sensores de bajo costo”, afirmó Scott Epstein, gerente de planificación y normativa del South Coast AQMD. “Al combinar esto con nuestra red regulatoria, obtuvimos una excelente cobertura de la contaminación por partículas finas”.

Esta densidad permitió a los investigadores observar las columnas de humo de los incendios forestales de Eaton y Palisades a medida que se dirigían hacia la costa.

Una estación del AQMD en Compton, a unos 37 kilómetros (23 millas) al sur del incendio de Eaton, mostró niveles muy elevados de metales tóxicos, como arsénico y plomo, entre el 7 y el 11 de enero, mientras la columna pasaba sobre la zona. Estos niveles se normalizaron en pocos días. Los instrumentos ASCENT en Pico Rivera, a unos 23 kilómetros (14 millas) al sur del incendio de Eaton, registraron un aumento de 110 veces en los niveles de plomo entre el 8 y el 11 de enero.

Estaciones permanentes de medición de la calidad del aire como estas ofrecen una fuente de información pública que residentes como Sinatra pueden consultar para decidir cuándo quedarse en casa o regresar a una zona quemada. Sin embargo, cuando estallaron los incendios de Palisades y Eaton, investigadores del AQMD y otras instituciones se propusieron complementar estos esfuerzos con un monitoreo más detallado.

Movilizándose rápidamente

Dos mujeres llevan trajes Tyvek, gafas protectoras, guantes y mascarillas para filtrar partículas finas. Una sostiene una bolsa Ziploc que dice: «Muestras de ceniza transportada en interiores en los alféizares de las ventanas del dormitorio de un niño. 2/3/25».
Melissa Bumstead (izquierda) y Jeni Knack se ofrecieron como voluntarias para recolectar muestras de aire y cenizas tras los incendios de Eaton y Palisades. Crédito: Shelly Magier.

En enero, investigadores de la Universidad de Harvard; la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA); la Universidad de Texas en Austin; la Universidad del Sur de California (USC); y UC Davis lanzaron el Estudio de Exposición Humana y Salud a Largo Plazo de Los Angeles Fire, o LA Fire HEALTH.

Mientras muchos residentes de Los Ángeles, incluyendo a Sinatra, seguían bajo órdenes de evacuación, los investigadores de LA Fire HEALTH se dirigían a zonas de evacuación.

Uno de estos investigadores fue Nicholas Spada, un científico especializado en aerosoles que viajó a Los Ángeles desde UC Davis el 14 de enero para instalar cuatro impactadores en cascada en Santa Mónica (cerca del incendio de Palisades), Pasadena (cerca del incendio de Eaton), Hollywood y West Hills. Estos instrumentos, del tamaño de un maletín, actúan como máquinas clasificadoras de monedas, explicó Spada: toman una muestra de aire y clasifican las partículas en ocho categorías de tamaño diferentes, desde 10 micrómetros (aproximadamente 1/9 del grosor promedio de un cabello humano) hasta 90 nanómetros (aproximadamente 1/1000 del grosor de un cabello humano). Los instrumentos recogieron ocho muestras cada dos horas hasta el 10 de febrero.

El instrumento “capta los cambios en las columnas de humo a medida que el incendio progresa de activo a latente y luego a extinto para después seguircon los efectos de mitigación”.

Un impactador en cascada permite a los científicos “asociar los perfiles de tamaño de las partículas con el tiempo”, explicó Spada. El instrumento “capta los cambios en las columnas de humo a medida que el incendio progresa de activo a latente y luego a extinto para después seguircon los efectos de mitigación”.

Las mediciones mostraron que no solo había elementos tóxicos como el plomo y el arsénico presentes en el aire durante todo el período de muestreo, sino que también una alta proporción de su masa (alrededor del 25 %) se encontraba en forma de partículas ultrafinas (del orden de nanómetros). Estas partículas no son filtradas por las mascarillas N95 y pueden penetrar profundamente en el cuerpo al inhalarse, explicó Spada.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Texas llegó en una camioneta que también funcionaba como laboratorio móvil el 2 de febrero. Para entonces, los incendios ya estaban extinguidos, pero ya habían comenzado las labores de remediación que causaban la acumulación de polvo. Descubrieron que la calidad del aire exterior en las semanas posteriores a los incendios había recuperado los niveles previos y se ajustaba a las directrices de la EPA. Las muestras de interiores, especialmente las de viviendas dentro de las zonas quemadas, mostraron niveles más altos de COVs en comparación con las muestras de exteriores.

Los vecinos tienden una mano

Los miembros de la comunidad se sumaron a los esfuerzos para monitorear la calidad del aire.

Los miembros de la comunidad del sur de California también se sumaron a los esfuerzos para monitorear la calidad del aire. Melissa Bumstead y Jeni Knack, codirectoras del Laboratorio de Campo de Padres Contra Santa Susana, trabajaron con investigadores para crear y distribuir folletos sobre las medidas adecuadas para el equipo de protección personal, así como un protocolo de auto muestreo para los residentes que desearan recolectar muestras de ceniza de sus propiedades.

Por aproximadamente dos veces a la semana, del 14 de enero al 19 de febrero, recolectaron muestras de aire y ceniza en Pasadena, Altadena, Santa Mónica, Topanga y Pacific Palisades, y luego las enviaron a laboratorios, incluido el de Spada, para su análisis. El arsénico en todas las muestras de ceniza y el plomo en aproximadamente un tercio de ellas superaron los niveles de detección regionales de la EPA. Spada señaló en sus comunicaciones a los residentes que estos niveles de detección se basan en lo que es seguro para la ingestión de un niño y son relativamente conservadores.

“Esto ayudará a las personas en la próxima iteración de incendios a saber qué hacer”, recordó Bumstead haberles dicho a los residentes en las zonas de muestreo.

Después de las cenizas

Desde la calle se ven los restos carbonizados de una casa. Solo queda la chimenea en pie, y el cielo está lleno de humo. En la acera hay un árbol quemado y una señal de "no estacionar".
Sinatra perdió su casa en Altadena en el incendio de Eaton de enero de 2025. Al regresar para excavar entre los escombros, recorrió chimenea tras chimenea sin ninguna casa. Crédito: Gale Sinatra

El próximo incendio, dijo Sinatra, es algo que la abruma mientras ella y sus vecinos consideran la posibilidad de reconstruir.

Cuando la lluvia finalmente llegó al sur de California el 26 de enero, ayudó a extinguir los incendios y a controlar el polvo acumulado durante las labores de remediación, reduciendo así el riesgo de inhalación de toxinas.

Aun así, esas toxinas también estaban presentes en el suelo y el agua. Cuando Sinatra y su esposo regresaron al lugar calcinado de su casa, tomaron todas las precauciones que habían escuchado en las noticias, la EPA, los líderes comunitarios y los vecinos: usaron respiradores, trajes de protección, gafas protectoras y dos pares de guantes cada uno para protegerse.

La preocupación por las posibles consecuencias a largo plazo del aire que ya habían respirado, así como del suelo bajo sus pies, persiste mientras esperan más datos.

“Todos creen que existe una probabilidad significativa de un incendio en el futuro”, dijo Sinatra. “Nos preguntamos si sería seguro vivir allí, considerando la calidad del suelo y del aire, y si volverá a ocurrir.”

Emily Dieckman (@emfurd.bsky.social), Escritora Asociada.

This translation by Daniela Navarro-Pérez was made possible by a partnership with Planeteando and GeoLatinas. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando and GeoLatinas.